Estas meditaciones.

Las presentes quinientas palabras van a estar conformadas por pequeñas meditaciones, las cuales considero que no pueden conformar un artículo de estos, así que me toca comenzar ya que creo que es lo mejor. Entonces ¿cómo va el asunto de la educación en la cuna de libertadores? Digo, ya se comienza a ver los resultados que trajo el cambio que el ministerio de educación ordenó y que creo que meter más gente en un liceo público, por dar un ejemplo, de mi ciudad; considerando el hecho que en días pasados que esa institución solo tenía los dos últimos años de bachillerato y simplemente estaba complicado el asunto de tener buenos y malos alumnos en un mismo sitio.

Pero ¿Cuál fue la solución? Ni más ni menos que extender la oferta, es decir ahora en esa institución ofrece todo el año de bachillerato lo que en teoría le da una mejor óptica del alumnado que tiene que atender. Eso funcionaría en un país en donde el tema de la violencia escolar, así como el abandono escolar y los sueldos de los profesores (por mencionar una pequeña parte del tema escolar) no formase parte de alguna propuesta política o en su defecto, estuviera dentro de los planes de alguna empresa en el tema de las donaciones.

El feminismo rancio de pañuelo verde finalmente llegó a Venezuela y finalizando el 2019. Ciertamente se demoró, quizás ajustando sus métodos a una nación en la cual la prioridad de los ciudadanos es tener algo que comer. Y ¿van a pedir paridad en los cupos cuando la mal llamada revolución venezolana ha estado hablando sin descanso de la cantidad de mujeres en cargos de la administración pública? Es que no han dado con el núcleo del problema, no son los genitales, son los casos de nepotismo y corrupción que ha puesto a este mal llamada país en donde está ahora.

Si el Estado es el problema, dudo mucho que también sea la solución. Salir a la calle mostrando el torso desnudo no traerá una solución mágica a los problemas, cuando hay cosas más serias que atender en esta cosa. Y se hace evidente que tampoco es que haya una infraestructura para atender buena parte de lo que piden, si ni quiera hay buenos hospitales públicos.  Ni hablemos de escuelas, universidades y otros lugares.  Con un feminismo rancio y gritón no se va a llegar muy lejos y menos en Venezuela.

Y ¿Qué cosa se va a poner de moda en los próximos años en la cuna de libertadores? Ya se vio lo que duran, unas han tenido la fortuna de saber mantenerse a pesar de todo lo que se vive, así como el hecho que eventualmente esos gustos personales se convierten en “un estilo de vida”, se hace difícil considerar que es lo próximo que se ganará tal título. Simplemente creo que lo mejor que les queda a estas personas es mezclar esos estilos de vida, como aquel que tiene un chicle usado y lo mezcla con uno nuevo, a ver si su gusto por masticar dura un poco más.

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¿Sobre qué van estas líneas?

Como hay una filtración en el baño de mi casa, concretamente el que uso, así como que de vez en cuando ando visitando el departamento de soltera de mi prima (el cual me queda cerca) para bañarme, me ha tocado meditar e incluso hablar conmigo mismo. Pero he llegado al punto de conversar conmigo mismo cuando me ha tocado hacer lo que muchos venezolanos que no se han podido ir, salir a caminar a ver que puede conseguir. Así que creo que el primer cruce de categorías dentro de esta cosa comenzó temprano, así que lo mejor será comenzar a pesar de la pésima introducción.

Digan lo que digan unos cuantos,  aunque debo comentar el hecho que es una verdad un tanto complicada de entender, es el hecho que dentro de la cuna de libertadores siempre hubo un solo partido en el acontecer político y estaba tan evidente que nadie lo ha querido ver. Y es el hecho que todo el espectro político nacional siendo zurdo, siempre va a buscar como quedarse; así como el gran partido de gobierno le permite cierto nivel de altanería a su ramificación color azul, pero cuando alguien de esa otra segmentación se sale de la línea editorial pues es sacada del contexto e incluso hasta del espectro radioeléctrico.

Y a pesar que le tengo mis reservas a la figura de María Corina Machado, como habla de reactivar el aparato productivo, de libre mercado así como de respetar la propiedad privada pues su mensaje simplemente es un tanto complicado para unos así como es el hecho que es un mensaje que si bien “no sube cerro”, es uno que busca romper la condena en la que está metida la cuna de libertadores.  Por ende, su partido no tiene mucho protagonismo en el circo político criollo.

Recientemente llegó el feminismo rancio a la cuna de libertadores y como hombre heterosexual me toca opinar, les guste o no a unas cuantas personas y no pienso usar la letra “e” en la palabra persona, ya tiene la “S” y si no les gusta pues vayan a la RAE a comentar al respecto. Y considerando como están los famosos hospitales públicos de la cuna de libertadores ¿Es válido pedir abortos gratuitos y seguros? Y ¿Cómo pueden pedir esas cosas cuando ni condones ni pastillas anticonceptivas se consiguen? Adicional a eso ¿Cómo pueden pedir eso cuando ni comida hay?

Creo que hay prioridades que se deben atender muchachas, nos guste o no, pues la inseguridad esa la que te violenta la vida no diferencia carga de cromosomas de la persona, ni mucho menos le interesa los roles de género. Además chicas, por mucho que se hable del feminismo en la cuna de libertadores, seamos honestos en una cosa, salir con el torso desnudo no va a cambiar la mentalidad conservadora de muchos ciudadanos ¿Captan? Pueden causar shock ¿Pero que logran con eso? Además, si consideran que el Estado es un macho opresor (sus palabras, no mías) ¿Tiene coherencia pedirle algo?

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Casa Número Ochenta y seis 18

—Ahora parece que la Bella Durmiente, ha despertado. —indicó Marín, mientras escuchaba los pasos de Elizabeth por la escalera. —, creo que nunca mejor usado el título de la famosa princesa.

— Lástima que no hay príncipe para ella—comentó Richard, pero se ganó las miradas penetrantes de Bianca y Lucrecia. Mientras que la dueña de la casa estaba viendo todo aquello entre risas.

—Entonces ¿Ellos son mis compañeros de techo? Marín. Como cosa rara, mi fama me precede; pero me gustaría saber quiénes son ustedes, ya que por los vientos que soplan vamos a convivir un buen tiempo, aquí juntos.

Luego de presentarse,  la conversación se tornó más animada aunque la única que mantenía un semblante neutro era Lucrecia. Quizás esas conversaciones sobre maquillaje y demás simplemente no era lo suyo y ahora había alguien más en aquella casa que (a su parecer) ponía en peligro aquel lazo que había hecho con Arthur.

—Me alegra saber que hay alguien aquí que toma mis consejos. Pero, si mi memoria no me falla tú debes ser Lucrecia, te haría bien tomarlos. No tanto por esto del peso sino por el hecho que deberías vestirte menos gris y más ¿Cómo decirlo sin ofenderte? Más alegre.

—Cómo demócrata no tengo mucho por lo cual celebrar. Además, hacer frivolidades como la que me propones, mientras el país se tambalea no es algo que me gustaría hacer en este momento.

— ¿Es así de seca todo el tiempo? Creo que tuviste un mal rato con Arthur en tema político; como de eso no entiendo, prefiero no meterme y que me dejen en paz mientras diseño mis trajes; estamos comenzando con mal pie, te diré una cosa ¿Qué me dices algo relacionado con tus pasatiempos? A ver si compartimos uno.

—Ella es como mi difunta perra, “Canela”, no le agrada mucho esto que le alteren su rutina.—agregó Marín, quien se encontraba escuchando todo mientras preparaba algo de beber para todos los presentes— pero, vamos Lucrecia, ella no es mala persona.

“Al mal rato darle prisa” pensó Lucrecia, mientras buscaba algo en esa enorme lista de pasatiempos que tenía que pudiese ser medianamente compatible con aquella singular nativa del estado de la estrella solitaria. Finalmente encontró uno y lo comentó sin mucho miedo— Me gusta el cine, al punto que dentro de nada se hará oficial esto que manejaré el cine club de la universidad.

— ¡En serio! Bueno, ya tenemos un punto en común. Por cierto, es una pregunta para todos ¿Qué tal se llevan con ese muchacho llamado Arthur?

Aquella pregunta dejó pensando unos segundos a los presentes, pero ninguno se arriesgaba en responder. El primero en romper aquel silencio, fue Richard, quien había dicho una que otra cosa pero no tenía mucha relevancia para el relato.

—Yo me llevo bastante bien con él, al punto que estoy que lo reto a un juego de ajedrez.

—Pues en más de una ocasión me ha ido a buscar con “Silver” mientras me tocaba estudiar en casa de mis compañeros en otras partes de la ciudad—comentó Bianca—, sin importar la hora, allí estaba para ayudarme.

De repente, todas las miradas se enfocaron en Lucrecia. Alguien con quien se había llevado mal en un comienzo, de hecho casi desde su llegada a aquella casa; pero poco a poco había llegado a tomarle algo de aprecio. Pero ¿Qué iba a responder? Ciertamente apelar por la honestidad no era una buena idea, aunque ya Elizabeth se había dado cuenta de aquel pedazo de relato.

—Creo que hace rato tú misma, sin querer, describiste como me llevaba con Arthur. Ya que más recientemente, no nos llevamos tan mal, si soy honesta. Aunque creo que tu querida admiradora te puede contar más al respecto.

—No, siento comentarte que quiero que seas tú quien me relate eso. Ya que, puedo deducir por el brillo en tus ojos que esa experiencia te gustó bastante, a pesar que es un pesado en ese tema de la política ¿A que no es un encanto?

“¿Un encanto? ¿En serio? Realmente, no creo que haya dicho eso” nuevamente pensó para sí misma Lucrecia. “Lo dijo la ex prometida, o algo por el estilo y lo menos que esperaría que dijese fuese un halago” ¿Qué razones tuvo aquella diseñadora de moda en soltar aquellas palabras sobre quien fuese su prometido? Había muchos comentarios al respecto, especialmente entre Richard y la dueña de la casa.

—Es una historia muy larga y…ciertamente hay muchos detalles que me gustaría repasar primero para contarte bien eso.

—Está bien, no hay problema. Y ¿Está haciendo algo por aquí? Digo, algo como un empleo o algo similar.

—No, no solo sabemos. De hecho, Lucrecia tenía una teoría al respecto pero parece que la descartó. Aunque eso le costó los favores de la señora Marín—apuntó Bianca—, pero creo que, al menos personalmente, debe ser un empleo bastante fuerte en vista que sale bien temprano y regresa bien tarde.

—Pero de no ser por ese empleo, no hubiese pagado lo de la filtración— puntualizó la dueña de la casa—, digamos que es un misterio que le ha sido esquivo para la periodista de esta casa. Y es bastante buena con esto de investigar.

Por razones de un ligero desperfecto mecánico, Arthur y su corcel tuvieron que regresar a casa. Pero, después de abrir la puerta trasera esa que daba al garaje y ver que su abuela no estaba sola y que entre esas caras conocidas estaba la de Elizabeth, tenía emociones encontradas por dentro.

— ¡Hablando del Rey de Roma!—exclamó Marín—; creo que te enteraste un poco temprano sobre la llegada de la nueva inquilina de esta casa.

— ¿No te sorprendes en verme?—le preguntó Elizabeth al recién llegado.

—Tanto como un dolor de muelas o un resfriado. Pero, si, me tomaste por sorpresa, Elizabeth. —, me gustaría invitarte a que te sentases a hablar, pero resulta que esta casa parece más tuya que mía. Y ¿Qué te trae de regreso? Me dijeron que usualmente llegas tarde a tu casa, pero que cosas.

—Un pequeño desperfecto en el auto, exactamente con el asiento del pasajero. Así que vine a arreglar eso, antes que me llamen de nuevo a la calle.

Marín le hizo unas señales a sus inquilinos para desocupar la cocina y dejar a aquellos dos hablando, al menos por unos minutos.

— ¿Cuál será nuestra señal para intervenir?—preguntó Lucrecia.

—Cuando comiencen a gritar, además ¿Para que intervenir? ¿No has escuchado en la auto determinación de las malas relaciones?— le preguntó Richard.

—Además, así tendré una exclusiva. La verdadera razón por la cual Elizabeth estuvo ausente de su blog por cinco meses; esto es algo que deberíamos grabar. —agregó Bianca, mientras sacaba su teléfono para comenzar a hacer lo que había expuesto.

—Nada de eso, solo intervendremos si esos dos comienzan a sacarse los ojos. De resto a quedarse aquí, puedes espiar conmigo si quieren. Quiero refrescar algunos detalles sobre ese drama, así que no quiero sobresalto alguno ¿Queda claro?

Lucrecia estaba extrañada de todo aquel jaleo que se estaba formando, si bien no era la primera vez que escuchaba a Arthur usar el sarcasmo, pues era la primera vez que lo notaba tan serio y lo peor del asunto era que se había quitado su fiel sombrero de inmediato. Casi como si después de ver a Elizabeth, lo había hecho ¿Así había sido el impacto de haberla visto nuevamente?

—Me gustaría hacerte una pregunta ¿Aún recuerdas algún detalle de nuestra primera cita?

—Llovía perros y gatos. Tú vestías una prenda con lunares negros y yo de azul. Después de eso todo fue un enredo, quizás fue culpa mía o tuya, pero creo que algo llega tarde.

Casa Número Ochenta y Seis 7

Arthur le dio la información sobre la ubicación de la casa donde vivía Josh, la emoción era demasiado notoria en la cara de Lucrecia. Pero la vivaz estudiante debía moderarse, ya tenía la información que desesperadamente estaba buscando así como que el nieto de la señora Marín no era mala persona, que estaba cumpliendo su palabra con respecto al tema de las carreras clandestinas.

—Debo hacerte una pregunta ¿Quién te regaló ese sombrero que siempre usas?

—Mi abuelo, el esposo de mi abuela para ser exactos. Recuerdo que cuando me lo regaló, me quedaba bastante grande, lo gracioso del asunto es que a él también le quedaba grande. De hecho, recuerdo que una vez me contó una disparatada historia sobre este sombrero vaquero.

Este sombrero, según el abuelo de Arthur,  le perteneció a ni más ni menos que al legendario actor de películas del salvaje oeste John Wayne.

—Según mi abuelo, el Duque en persona se lo regaló una vez que se lo consiguió en el plató de esa famosa película llamada Río Bravo. También aseguraba que en algún lado estaba el autógrafo, pero como puedes ver simplemente no se encuentra dicha firma.

—Pero ¿No te dejó una constancia de todo ese cuento?

—Ciertamente, no. De hecho, a duras penas pudimos rescatar todos los papeles de “Silver”, extrañamente estaban guardados en una caja no muy bien  guardada. Ahora debes entender que problemas con el agua en esa casa no es asunto nuevo.

Después de varios días dándose topetazos, aquellos dos muchachos estaban comenzando a formar unos lazos, aunque para Lucrecia, esos nacientes lazos aún pendían de un hilo, ya que tenía miedo. Quizás, algo podría suceder que pudiese romperlo; lo mejor que podía hacer era mantenerse calmada, cosa que le era imposible.

—Creo que, si soy honesto, me gustaría que me presentases los alrededores de esta zona; conozco más otros lugares que el propio lugar donde vivo. Pero ¿Quieres que usemos a “Silver”?

—Debo tomarte la palabra, ya que creo que ese corcel se merece un día de descanso también. Al igual que el jinete.

—Oye, no sé si tomarme esas palabras tuyas como un halago. Pero debo preguntar ¿A dónde vamos después de aquí?

— ¿Te gustan las estaciones de trenes? Hay una pequeña estación en las cercanías. Es uno de esos puntos de reunión y turísticos bastante conocidos.

Conocida como “Estación Girasol”, era uno de esos lugares que pasaban sin levantar mucho la atención, pero había un aire diferente en aquella estructura y todo lo que estaba a su alrededor.

— ¿A que no has visto algo como esto en San Antonio?

—Para nada, aunque ¿Qué hay de interesante en Idaho? Lo lamento, no debí hacer ese comentario.

—No te preocupes por eso, son cosas que pasan.

Había una algarabía en los alrededores, unos altavoces que anunciaban que un famoso locutor de radio estaba en los alrededores, quizás promocionando algo.

— ¡Ni más ni menos que Wilson Colt! Ciertamente, este lugar debe tener lo suyo, Lucrecia. Debo darte la razón.

El famoso ex defensor de línea convertido en un famoso narrador del deporte que era la pasión del país, el futbol americano. Aquel día se encontraba celebrando el programa número cien en su carrera como narrador. Era una de esas figuras que respetaba Arthur, a pesar de que no era alguien que estuviese conectado a su estado natal.

— ¿Podrías decirme quien es ese señor?—le preguntó Lucrecia, aunque por dentro se sentía mal, ella sabía muy bien quien era ese comentarista deportivo. Mas por sus antecedentes políticos, que por su carrera en la radio.

— ¡No es molestia alguna! Wilson “Aplastador” Colt fue un jugador de la línea defensiva del equipo de los Leones de Detroit en su formación de los años ochenta, de hecho era un dolor de cabeza para todos aquellos que se medían ante “la orgullosa manada”. Pero, esto es ya algo personal, cuando se volvió narrador su verdadero talento floreció.

Arthur quería seguir relatando, pero el estruendo de aplausos anunció la entrada de Wilson, aquel programa era al aire abierto. Cuando salió el reconocido narrador lo primero que hizo fue saludar a su público; para luego comentar.

— ¡Hoy es un día muy especial para el programa “La Yarda”! Y para celebrar este día, no solo estamos aquí en “Estación Girasol” transmitiendo en vivo, sino que me acompaña un buen amigo Josh Horwitz del programa “Esa Loca Década de los Ochenta”.

— ¡El gusto es todo mío, buen amigo! Anunciamos desde ya que tendremos un pequeño concurso ¡Con los primeras diez parejas que se acerquen! En un concurso de preguntas y respuestas.

—Y ¿Qué tendremos como premio?—le preguntó “Aplastador” a su compañero, preparando la escena, aquellos dos estaban preparando algo a lo grande.

— ¡Excelente pregunta! Los participantes estarán compitiendo por el pack de DVD que recopila las tres primeras temporadas de la famosa comedia de situaciones de los años ochenta, una serie a la cual le debo mucho. Ni más ni menos que ¡La Familia Tompkins!

Lucrecia al escuchar el premio le preguntó a Arthur— ¿Qué tal se te da esto de participar en los concursos de preguntas y respuestas? Se nos está presentando una oportunidad única para ambos, de seguro te mueres de ganas en pedirle un autógrafo al señor Colt. Y a mí me gustaría tener no solo ese pack, sino pedirle también la entrevista a Josh.

—Lo mejor será que se vayan haciendo a la idea que se van a quedar con el segundo lugar—comentó Richard—, ya que mi compañera y yo vamos a entrar también.—aquellas palabras emitidas por Richard, las cuales cayeron de sorpresa a los oídos de Lucrecia y Arthur.

— ¡Sobre mi cadáver! Además yo debo preguntarles ¿Acaso ustedes dos no se encontraban estudiando?— les preguntó Lucrecia a sus dos compañeros, quienes estaban entre los asistentes en aquel lugar.

—En mi defensa, estoy tomando un descanso. Al igual que creo que en algún momento, tenía que “desquitarme” la derrota en Reto al Conocimiento. —agregó Bianca, si aquel tono en ella era honesto.

—Creo que me he perdido un pedazo de historia. —Comentó Richard—, querido amigo, gracias a que Lucrecia y su espíritu de demócrata nos quitó una bonita tradición que teníamos en la casa de tu abuela. Ni más ni menos los viernes de juegos de mesa.

— ¡Vamos Arthur a anotarnos! ¡Si Bianca quiere revancha, pues se la vamos a dar!—anunció en forma amenazante Lucrecia. Si había algo que tenía tanto para bien, como para mal, era su tenacidad. Quizás podía ser el instrumento con el cual unos se aprovechaban de ella.

—Vaquero, lamento que sea esta la situación en la que midamos nuestros conocimientos; pero las circunstancias se han torcido de una forma poco favorable para el esperado duelo.

—Citadino, espero verte en  otro campo de honor. Pero no perdamos la esperanza de un día medirnos en un juego de mesa.

Después de aquellas palabras, ambas féminas tomaron fuertemente de los brazos a sus compañeros y los halaron bruscamente, buscando donde debían apuntarse para aquel concurso.

Casa Número Ochenta y Seis 4

Siguiendo con el asunto de contar hechos puntuales del pasado, un día llegó un contratista a la casa de la señora Marín. Había llegado con su auto y caja de herramientas; estuvo viendo la filtración muy seriamente y ¿Qué estaban haciendo los muchachos? Espiando la conversación.

—Es una filtración bien seria la que tiene. Me recuerda mucho a las que he visto en los edificios, pero debo comentarle que la reparación no solo será costosa, es una operación delicada.

— ¿De cuánto estamos hablando?

—Cuatrocientos dólares, pero puede hacerme pagos fraccionados. Exactamente, puede hacerme cuatro pagos; eso no lo hago con todos los clientes nuevos que me caen. Los materiales que suaré, los pondré yo si eso le preocupa.

Los espías novatos regresaron a la habitación de Lucrecia, estaban extrañados por toda la información que habían escuchado, aunque tenían opiniones que hacer.

—Yo sabía que tu idea de un cultivo en el techo era mala idea, Lucrecia— apuntó Bianca muy seria—; ahora mira todo el problema que nos causaste tú con tus lechugas orgánicas.

—Aparte de eso, pues el famoso dinero que nos íbamos a reunir con esa idea tuya dudo mucho que alcance para la reparación— continuó la idea Richard—; no soy quien para criticar las nuevas ideas, pero esta fue una pésima.

Lucrecia quería exclamar en voz alta, pero lo mejor que pudo hacer fue apretar el pañuelo que llevaba en sus manos, un viejo hábito que tenía y que llegó a pensar que lo había superado.

—Entonces ¿Qué sugieren ustedes dos? De ser por ustedes seguramente, todo se limitaría a las soluciones tradicionales. Esas mismas que están destruyendo el país. Si me permitieran investigar como reparar filtraciones, les aseguro que en menos tiempo de lo que plantea ese contratista le diríamos adiós a ese asunto.

—Creo que ya has hecho mucho y ese pañuelo que tienes en las manos no debería ser la víctima de esos arranques de furia que tienes— si algo tenía Richard era que podía aplacar con pocas palabras a su amiga Lucrecia—, así que lo mejor será apelar por las salidas convencionales.

La sala volvió a estar en silencio y los novatos espías salieron de su base, para su sorpresa ahora Marín se encontraba hablando por teléfono, su tono extrañamente era de alivio, al parecer alguien había llegado y le estaba esperando. Incluso con mucha mejor disposición que el contratista.

—Marín en persona va a ir por esa persona. En taxi— señaló Lucrecia—, de verdad que algo huele mal. Rara vez toma taxi, pero está la pregunta latente ¿Quién será?

—Seguramente alguien importante, ya que si vemos el calendario, la fecha de llegada de esa persona estaba resaltada.

El comentario del estudiante de derecho mantuvo el ambiente de sobriedad y seriedad que ellos mismos crearon, de hecho ahora la filtración había pasado a un segundo plano de importancia. Y también lo había hecho para la dueña de la casa.

—Tampoco se ha ido muy lejos, parece que esa persona llegó al terminal de pasajeros de la avenida cuatro. Debo decir, que a pesar de que aún no lo conozco, parece que tiene buen gusto en esto de viajar.

—Concuerdo, pero debo agregar algo que posiblemente va a caer mal. Creo que el problema que está  arriba nuestro no debemos olvidarlo. Honestamente, yo no quiero volver a buscar otra residencia, simplemente mi bolsillo no lo soportaría.

—Richard, creo que hemos hablado lo suficiente del tema de abandonar esta casa. Simplemente no se discute. —Matizó Bianca—, creo que lo mejor será sacrificar el pago de nuestras becas.

—Ciertamente me desagrada mucho la idea de volver a estar con mi hermano. Ahora que consiguió empleo en una serie infantil juvenil. Ese bohemio siempre fue un dolor de cabeza para mi familia.

—Yo creo que es genial esto de que sea actor. Claro, es raro que alguien tan joven comience en una de esas series que ya parece un muerto viviente, pero le dinero que debe estar ganando debe ser considerable. Mira que estar viviendo en pleno centro de la ciudad no es nada económico.

—Es empleado, quien sabe por cuánto tiempo, del canal Nick en una serie que ha visto años mejores. Así que, ante mis ojos sigue siendo mi hermano menor y bohemio que cree que está cambiando el mundo mientras está vestido de quien sabe qué cosa. Esa serie “Los Poderosos Guardianes” murió para mi hace mucho tiempo.

— ¿No te había ofrecido que te fueses a vivir con él si este asunto de la filtración no mejoraba?—le preguntó Lucrecia.

—Si lo había hecho, aun me insiste en el tema, pero ya viví mucho tiempo con él, así que repetir la experiencia aquí en California, creo que no me agrada mucho. Seguramente me tendré que soportar sus largos monólogos sobre su trabajo es divertido y el mío no, que formo parte de un problema y el no. Ya saben, cosas de bohemios.

— ¿Creen que sea muy temprano para cambiar los baldes de agua? Ya se están llenando y también debo decir que, seguramente, nuestra querida casera va a estar encantada de que usemos esa agua que cae del cielo para algo útil y si está alejado de nuestra demócrata defensora del medio ambiente y feminista mejor. Eso sí, sin ofender y creo que debes usar otro pañuelo para esos arranques tuyos.

—Mi sugerencia es que usemos esa agua para regar las plantas del jardín, es lo mejor que podemos hacer, así como que creo que lo mejor que puedes hacer en esta situación querida amiga Lucrecia, es buscar el trapeador y secar el desastre.

— ¿Qué pasó con el helado que nos íbamos a comer hoy?— preguntó Lucrecia mientras buscaba el trapeador

—No creo que sea buen momento de eso, amiga— comentó Bianca—, es más creo que deberías ser consecuente con tus ideas y secar esos charcos. Mientras Richard y yo vamos a comer helado, de hecho ¡Me encanta la idea! Y ¿Qué me dices tú futuro abogado de la nación?

— ¡Una excelente idea, futuro galeno de la nación!

Richard y Bianca salieron justamente al ver que Lucrecia estuviese  haciendo la labor en la cual la dejaron. Lucrecia tenía una sospecha de que aquellos dos compañeros suyos tenían algo, ya que no les molestaba dejar de lado a la responsable de que ambos se conocieran.

Pero, usaría ese argumento para usarlo en su beneficio en algún momento de aquella estadía, ellos ya tenían bastantes para usar en su contra, así que lo igual no es trampa, aquella frase que se le había grabado mucho en la cabeza gracias a un compañero suyo (extrañamente) de Venezuela.

Gracias a ese compañero, comprendió que apoyar ese gobierno no era una buena idea, ya que los comentarios de un exiliado te llegan y te pegan bastante fuerte; comenzaba a cuestionar su apoyo al ex candidato presidencial Bernie Sanders quien había dicho en alguna que otra ocasión, su admiración por tan loco gobierno en tan extraña ubicación del continente. Eso de estar al norte del sur, es simplemente extraño.

Pero ahora debía secar aquellos charcos, un momento calmado que ni recordaba cuando había sido el último que había tenido. Aunque extrañaba tener entre sus oídos los audífonos de su I—POD pero, lo mejor que podía hacer era seguir adelante con aquella tarea.

—Quizás cuando termine esto— comentó para sí misma—, me ponga a escuchar música. Tengo unos cuantos discos que debería haber reseñado hace ya tiempo, mi querido blog tiene muchos meses sin actualizarlo. Así como debo escribir unos cuantos artículos para el periódico de la universidad

 

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