Esta es la primera ocasión en la cual leo una de las obras del autor nacido en la isla Australia, aunque no es el primer autor que leo de esa nación, creo que a diferencia de James Clavell es que el señor Morris es un tanto pesado. Para darles una idea de lo expuesto, me tocó empezar la obra por una segunda oportunidad; aunque no todo es malo, ya que lo (contados) buenos momentos valían la pena la espera. Así que, creo que la presente reseña no va a leerse demasiado amable, más que todo hablando de una obra que se publicó allá en el año de 1993.
A todas estas ¿de qué trata? Pues somos testigos, al igual que el protagonista, un australiano políglota, de los planes de gran tamaño de un ciudadano japonés tiene conjuntamente con otros dueños de negocios en invertir en la Rusia Soviética la cual se encuentra al borde del colapso. Ya que ciertas regiones se encontraban alzadas y con hambre, mientras los conflictos con el mundo árabe y el golfo estaban asomando sus feas cabezas; aunque cada participante tenía sus propios intereses, de hecho el más pronunciado era el del señor Tanaka, quien quería que eslavos le devolvieran a su nación unas famosas islas y tratar de enmendar el dañado orgullo japonés.
De hecho, creo que si bien muchos de los tópicos que aborda la obra ya son asunto del pasado, parece que estaba muy metido en el tema, así que tiene mucho mérito por eso. Pero creo que, a modo de forma adicional, debo comentar el hecho que aquí la portada engancha, pero se siente (al menos personalmente) la obra pudo ser más corta o si iba a tener elementos de tensión pues haber trabajado mejor en los personajes, ya que simplemente te caen mal todos. De hecho el protagonista me pareció un ególatra de cuidado