Your Name: La Importancia De La Película Indicada En El Momento Indicado

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Ligeros spoilers, advertidos quedan.

¿Qué tienen en común una obra romántica de animación japonesa con Spiderman de Sam Reimi? No mucho en realidad; si uno fuera pedante, quizá sería porque cabe en un nebuloso concepto de ser una de esas obras de «género»; esa categoría en que a menudo se agrupan por igual la fantasía, la ciencia ficción, el terror y otros estilos similares para diferenciarse del «verdadero arte».

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«Sólo están celosos de mi propulsor».

Pero eso lo discutiré o no en otro momento.

El filme de Makoto Shikai se ha vuelto uno de mis favoritos personales y es usado como un ejemplo de un anime que apela más allá de las sensibilidades comunes que se asocian con el otaku estereotípico (sea cuál sea el maldito estereotipo a estas alturas), y para promocionarse en occidente a menudo se usa el punto de ser una de las películas más taquilleras de la historia de Japón, lo cual en primera instancia no debería sorprendernos: es buena, y buenas obras deberían hacer dinero.

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Deberían, claro, pero sabemos que eso no siempre es así: basura es exitosa, obras de enorme calidad son ignoradas, así pasa; pero no quiero optar por una visión snob: no voy a despotricar contra los grandes blockbusters del hoy porque la verdad disfruto mucho de ellos.

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Wakanda forever motherfuckers

Mi razonamiento trata de ir más allá: una película puede ser exitosa, pero Your Name fue de hecho amada; hay historias de personas que fueron a verla hasta 20 veces en el cine: yo soy fan e incluso no creo que haría algo así… pero también no me es difícil el comprender el por qué.

Y es que cuando una obra impacta así como un… cometa (risas grabadas), muchas veces es porque hay algo más allá: no es que sólo que este llena de cualidades (incluso, si yo mismo admito que no es perfecta), sino que la audiencia no sólo le gustó, sino que estaba lista para ella.

Ahora, retomemos el tema de Sam Reimi y su Spiderman: buen filme, en retrospectiva, un poco un tanto «proto Marvel-Disney» en su estilo colorido y personal; pero la razón por la que este filme y su secuela tuvieron no sólo el éxito, sino la influencia cultural que consiguieron se revuelve con asuntos de sociología y política que… bueno, se resumen en esta escena:

Un poco extraña y fuera de lugar si no se entiende su contexto, e inclusive en él, sigue siendo bastante cursi… pero recordemos que Spiderman no es sólo un superhéroe cualquiera, sino un símbolo de la ciudad de la Gran Manzana; una metrópoli que hace tan sólo unos meses antes sufrió el peor atentado terrorista en suelo estadounidense.

Así pues, esas líneas sentimentaloides, «¡Te metes con Spiderman y te metes con Nueva York!» o «¡Te metes con uno de nosotros te metes y te metes con todos nosotros!» nos permiten adquirir un mayor entendimiento: catarsis.

Y la ficción es en muchos sentidos proyección y escapismo, pero esto no es sólo sobre el fantasear por algo que no podemos ser; sino la fantasía de «arreglar» algo que fue demasiado real.

Your Name es un caso similar; no se llega a ser la cuarta más exitosa en taquilla en su país sólo porque sí; no en este caso al menos. ¿La trama? Dos chicos de diferentes regiones del país del sol naciente se levantan dándose cuenta que han intercambiado cuerpos.

¿Original? No precisamente, pero como diría Roger Ebert: no se trata de qué trate una película, sino de cómo se trate. Las historias de este tipo casi siempre tratan de ponerse en el lugar del prójimo, de entender la moraleja de literalmente caminar en los zapatos de otra persona, en especial si hay un fuerte contraste: cambiar de edad, cambiar de raza, cambiar de clase social, o en este caso, una mezcla de género y ubicación geográfica.

Pero el hacerla una historia de amor la lleva a una maravillosa zona de Ricitos de Oro: con un tema suficientemente conocido para ser familiar, pero suficientemente diferente para sentirlo fresco.

Y así como por su parte Spiderman le permitió a la audiencia americana el sentir que puede colaborar contra aquellos que les hacen daño, Your Name bien pudo tener una resonancia parecida con los espectadores nipones, en especial con uno de los momentos definitorios y más importantes de ese país respecto a los últimos años: el gran terremoto y tsunami sufridos en el 2011.

Porque aparte de ser en su esencia una historia de amor, es sobre el tratar de evadir un desastre que acaba con una pequeña comunidad rural (no muy diferente a las verdaderas zonas afectadas por los eventos del 2011), así pues, ¿cómo el público japonés no iba a sentir liberación de catarsis? ¿Y esperanza en el futuro? Qué podemos sacrificar mucho para garantizar un mañana mejor? ¿Y que lo que perdemos puede volver en otra forma? ¿Y…?

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Para este punto, soy más lágrimas que hombre

Y los finales felices más dulces son aquellos por los que se batalló mares para conseguir; al final, literalmente vencen el tiempo y el espacio y…

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Disculpen un momento…

¿Creo que hubiera tenido éxito sin esto en cuenta? No lo sé; hay razones para creer que sí porque como dije, me gusta la película, y posee una calidad incuestionable, pero de nuevo: la vida no es justa y menos el arte. Pero ninguna obra puede desconectarse de todo de su contexto histórico y social; quizá de modo similar, el hecho que para México, Coco de Pixar fue un suceso nacional, en un momento en que la moral del país azteca necesitaba motivación, y en que nos necesitábamos sentir amados, se nos dio una de las más bellas cartas de amor puestas en la gran pantalla.

Claro, que algunos estemos obligados o no a corresponder las cartas de amor ya le corresponde a cada uno.

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Por otro lado, este… em, iré por más pañuelos…

Shalom camaradas.

 

 

 

Nadie Como Stan Lee

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Al escuchar la noticia del fallecimiento del creador de algunos de los personajes más populares de la segunda mitad del siglo XX (y no me refiero a sólo cómics; creo que fácilmente puede plantar su bandera contra casi cualquier otro medio), mi primera sensación fue, un golpe.

Y es un tanto absurdo en lo concreto porque uno debería reservar las lágrimas para familia y amigos; desde afuera, el sentir tristeza por las celebridades, sean cantantes, actores, o en este caso, escritores, suena algo banal.

Mas en la práctica, los humanos somos mucho  más que la carne y los huesos de nuestro cuerpo material, y no hablo de un asunto religioso como el alma (aunque, si alguien desea interpretarlo así, es libre de hacerlo y no lo culpo por ello): nuestros recuerdos, gustos y sensibilidades también cuenta incluso si  no las podemos sentir en nuestras manos.

Una canción puede detonar una memoria sobre un gran amor de verano, o ver una caricatura de nuestra infancia el cómo con tan poco eramos tan felices, antes de complicarnos la existencia con trabajo, cuentas, impuestos y demás maldiciones del bendito mundo adulto.

¿Cómo no iba a ser así con alguien que creo quizá la inspiración del código moral de tantos?

¿Y cuántos pueden ser? ¿Hasta dónde llega su alcance? Al tratar de sopesar su influencia, quedé más sorprendido de lo que esperaba; en el fondo claro que debía saberla, pero al dar un par de pasos atrás para entender mejor la perspectiva, estamos hablando de alguien que quizá rivalice con alturas como las de Walt Disney o Elvis Presley; su legado cultural, el cual, tanto a los títulos clásicos como  al universo de películas de Marvel que ha llevado su obra a alturas inesperadas, es incalculable no sólo por lo que ya fue (lo que de por sí era bastante) sino por lo que todavía puede ser.

Le dejaré los resúmenes y recuentos de las historias en papel a personas más adentradas en ellos; la verdad es que en cuanto a cómics, no faltan voces que pueden hablar con mayor elocuencia y autoridad al respecto que yo.

Pero como escritor, compartiré quizá una perspectiva que no es muy vista, y es que sólo porque las palabras estén engalanadas con ilustraciones de colores vibrantes y diseños extravagantes, no quieren decir que Stan Lee sea menos un autor (o que el medio en sí tenga menos méritos estéticos, artísticos o culturales, claro está).

En su esencia más destilada, siempre he sentido una fascinación con la historia de Spiderman, quizá el mejor avatar del hombre que lo creó en sí, y voy a tratar de recapitularla en sus elementos más básicos: un chico adquiere nuevas habilidades y poderes, y en un comienzo, en lugar de hacer inmediatamente el bien, trata de sacar provecho personal de ello; su mentor le advierte que con un gran poder viene una gran responsabilidad. En un momento de resentimiento vil contra alguien que lo intentó defraudar, el chico no actúa contra alguien que ha hecho el mal. Después, descubre que alguien tomó la vida de su tan querido mentor, y en un momento de ira completa, busca venganza contra él… sólo para descubrir que fue justo aquella persona que pudo detener, pero al ignorar el consejo que le fue otorgado, termina siendo el maestro el que paga el máximo precio, y eso queda para siempre en la consciencia de nuestro héroe.

Descrito así, es UNA GRAN TRAGEDIA en todo sentido; sí, incluyendo, desde el punto de vista de la narrativa: es una trama que tienes la sensación que ha existido desde el principio de los tiempos, o al menos desde que los humanos decidimos crear la ficción. Si eso hubiera sido escrito por Homero  o Esquilo, sería considerada como una de las grandes obras de la civilización occidental. El final tiene un giro irónico, y no hay un villano en el sentido tradicional; la caída se desata más bien por la Hamartia, (defecto fatal que termina por condenar a un personaje); el no escuchar la advertencia es lo que gatilla la muerte del eje moral del protagonista. Un tema central y moral muy fuertes sobre la responsabilidad al verte de pronto en una posición de poder (algo que, quizá deberíamos pasarle a algunos gobernantes).

Es… es una historia increíblemente completa y compleja al desmenuzarse.

Aunque admiro a otros autores o creadores, algo que siempre me ha dejado una especie de espina es que siento que a veces están tan concentrados en que los simbolismos, temas y complejidades operen bien y convenzan a la intelligentsya de la academia de la narratología o literatura, que se olvidan de dejar un mensaje claro y que se comprenda, y si bien lo último que quisiera es abogar por el anti-intelectualismo, uno ve a Stan Lee que quizá sus alegorías nunca van a ganar premios por sutileza, ¿pero es eso peor a que una obra no se comprenda? ¿O peor todavía, que se malinterprete?

El decir lo complejo de modo simple es un talento en sí mismo; quizá deba aplicarlo yo también… voy a intentarlo:

Excelsior.

Shalom camaradas.

 

 

 

 

 

La Peligrosa Moraleja De South Park

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Como cualquier artículo que trate sobre la serie de Trey Parker y Matt Stone, me veo obligado a tener que decir esto, y si pueden, les insto a leerlo de la manera más robótica y desprendida posible: «Sin duda tienen talento y creatividad, y su show es uno de los más influyentes de las últimas dos décadas».

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Y no es porque no lo crea, pero siento que es algo que todos los comentaristas de la cultura pop tienen la necesidad de explicar antes de pasar a un punto crítico, cual si fuera una manera de expiar por la osadía de hablar contra el programa; ese es un formalismo tal que, irónicamente, los creadores de este dibujo animado encontrarían ridículo.

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Productores, escritores, y pioneros en romper con estereotipos de género.

Pero, pasando más allá de la etiqueta, necesito hablarles de algo, y es que, South Park tiene un lugar innegable en el panorama de la cultura pop, incluso en estos tiempos en los que ha decaído un poco; bien, quizá los fans no claman en coro como los de Los Simpsons sobre cómo el show dejó de ser divertido a partir de esta o aquella temporada, pero ha perdido buena parte de su impacto social; en muchos sentidos, ese sentido del humor escandaloso y de shock ha hecho olas en toda una generación de comediantes y comentaristas así que lo que alguna vez fue innovador, hoy se siente como algo más, un simple agregado dentro de este panorama mediático moderno (incluso si técnicamente, ellos fueron los primeros en esta ola).

Así pasa, ellos mismos hablaron del tema en el episodio You’re Gettin’ Old: no se puede ser parte de la contra-cultura por siempre, en especial si eres creador de un referente de la televisión con más de 20 temporadas, una obra en Broadway exitosa y varias películas de Hollywood a tu nombre; eventualmente, ya sea lo desees o no, alguien tan grande termina formando parte de la cultura en general establecida.

Mas mi artículo tampoco trata de eso, sino que en retrospectiva (y quizá no debimos haber esperado tanto tiempo en verlo) no puedo evitar pensar que independientemente de lo que se pueda pensar del programa, ya sea como una obra maestra de la sátira o una excusa para decir vulgaridades sin razón de ser, la serie  fue un negativo neto para el discurso y el panorama cultural moderno.

Durante mucho tiempo, algunos críticos, en ocasiones venidos del mundo de la religiosidad, han mencionado alguna versión de  «South Park terminará erosionando la fibra moral de la juventud», y tras meditarlo por un tiempo, siento que sí.

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Voy a un punto, al menos déjenme terminar antes de destrozarme.

Aunque PARA NADA del modo en que tales voces esperaban.

Lo que presentaré puede ser una generalización, pero sirve para ilustrar mi punto; un episodio de South Park promedio (en especial aquellos que tratan sobre un tema controversial desde el punto de vista político o social… o sea, como que la mitad de todos ellos) parece tener un patrón predecible: los niños se encuentran con el tema, ven a personas de un extremo del tópico en cuestión, ven a personas en el lado contrario de tal, y llegan a la conclusión que ambos son igual de malos y ridículos y que cualquier persona racional no debería de sentir pasión o interés desbordado por el asunto.

Lo cual, tiene algo de razón desde el punto de vista que en cualquier movimiento, ideología, religión o sub-cultura van a haber personas que lleven sus creencias al extremo, y esa ha sido la realidad en muchos contextos históricos.

Pero… no creo que en el suyo sea cierto.

¿Recuerdan el episodio Alerta de Smug? ¿Aquel en el que todos los habitantes de South Park adquieren autos eléctricos y con ellos un sentido de arrogancia y superioridad sobre los que no? Divertido, y termina resultando que esa arrogancia desata una tormenta capaz de destruir todo a su paso cuando choca con otro frente de falsa superioridad del discurso de George Clooney en los premios Oscar.

¿Puede ser molesto? Claro que sí, pero el show sólo puede lograr hacer equivalencia entre la destrucción ambiental del planeta con ese engreimiento social al exagerar el poder de este último, al grado de crear tormentas literales. Ahora, claro, la exageración es una herramienta más del comediante, y como tal, en sí misma no es mala, sino que depende de  al ejecución.

Pero al tratarlo por un momento como un tema serio (porque en realidad, lo es), y al poner el asunto en la balanza, ¿realmente estamos dispuestos a seguir contribuyendo a la degeneración ambiental con tal de evitar a algunos imbéciles con aires de superioridad se sientan como paridos por Zeus? ¿En verdad SON equivalentes? ¿Igual de molestos? ¿Igual de peligrosos?

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 «Bueno, es esto o que el idiota de Fatoosh siguiera hablando de su Tesla».

Claro, los autos de este tipo por sí mismos no van a salvar al mundo de la tragedia que se viene sobre nosotros, pero cualquier ayuda ayuda, y si alguien le ofrece a Atlas levantar el mundo cinco minutos, seguro que el bastardo lo agradecería (al menos si no trata de endilgarnos la tarea).

MADURAR MÁS ALLÁ DE LAS FALSAS EQUIVALENCIAS

Cuando se es infante, todo dilema en cuestión moral parece verse en extremos: es blanco o negro, bueno o malo, moral o inmoral; después, en la adolescencia, descubrimos que la vida está tapizada de asuntos en gris y todos los tonos que se encuentren a su disposición. Eso es normal, es parte del proceso de crecer intelectualmente.

Pero hay un paso más que no todos parecen ser capaces de dar; el finalmente comprender que aunque ningún lado es perfecto, a veces hay mucha claridad sobre cuál es superior o preferible moralmente; fuera del tema ético, por ejemplo, si vas a un buffet y querías pizza, pero no la hay, y el dependiente te dice que las únicas opciones son lasaña o pan mohoso dejado detrás del refrigerador por siete semanas, la opción es evidente.

O debería de serlo.

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Y esperen a probar el dip de saliva de perro con rabia

Pero South Park indica que no: ambos son igual de malos; una lasaña puede estar mal cocida, o quizá no es de tu preferencia, pero es equivalente a algo que podría llevarte a un hospital.

¿Y no es eso un pensamiento muy juvenil e inmaduro? ¿Que todo en la vida apesta? Casi de un adolescente que acaba de descubrir el nihilismo, lo cual, es una postura que alguien tiene derecho a tomar, sí. Pero allá afuera hay muchas personas para los que de hecho hay cosas, posturas, políticas que sí hacen una diferencia palpable en sus vidas: el niño que no sabe si van a deportar a sus padres, el veterano que necesita un seguro público porque no puede pagar sus gastos médicos de otra forma, la mujer que tiene que trabajar el doble de duro sólo para ser considerada una igual a sus pares, o el recién llegado de un país llevado al desastre por un líder incompetente (Ya saben cuál país).

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¡Ahí! ¡Sí, ese mero! 

Y aunque alguien no tome el lado de los opresores sobre los oprimidos de manera explicita, el callar, en las circunstancias correctas, puede llevar a una complicidad silenciosa e implícita.

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«Hay gente buena y gente mala entre esos neo-nazis como en cualquier otro grupo, digo, ¿caray? ¿Por qué son tan políticamente correctos?».

Hemos perdido, o al menos así pareciera ser, la capacidad de realmente sopesar las opciones  a la mano y darle una justa proporción; a veces, sí, habrá equivalencias. Pero en otras, la discusión o el debate ni siquiera deberían darse. Si pudiera citar un documento que los estadounidenses halaban pero no siempre siguen, «Consideramos estas verdades como evidentes»; evidentes, es decir, obvias, claras de ver, porque esos  hombres pensaron que había algunos valores e ideas tan notorias y palpables que todos podíamos partir de ese punto para comenzar con una discusión.

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Tampoco cumplían aquello de «todos los hombres son creados iguales», pero entienden el punto.

Mas ahora, en el discurso moderno, no parece haber un piso o un fondo del barril, un punto tan bajo del cual no se pueda caer todavía más; incluso, no sólo muchos están dispuestos a hundirse, sino que pareciera que gustosos traen palas para extra-desplomarnos en la tierra y el desperdicio.

No soy ingenuo; decir que South Park es culpable del declive del discurso social es tan tonto como culpar a Canadá de Terrance y Phillip. Pero incluso las buenas obras, en cualquier medio o forma, pueden tener consecuencias no previstas; Buscando A Nemo tiene un mensaje implícito de respeto a la vida marina, y eso no impidió que aumentará la demanda por peces payaso mascota.

Ese nihilismo, centrismo y neutralidad peligrosa en que nada importa porque todo apesta por igual sedujo a toda una generación de jóvenes inseguros que confundieron valemadrismo con una postura filosófica sobre la cual guiar sus vidas: nada importa, nada pesa… excepto ética en el periodismo de videojuegos, em cuyo caso, se abren las puertas del infierno mismo.

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Pero trataré con esa puerta en otro momento.

Un amigo comentó que un episodio terminó siendo, por accidente, quizá la mejor deconstrucción de South Park como concepto; aquel en que Stan se vuelve gótico por romper con Wendy; llora, sufre, pero recibe el consejo de sus nuevos amigos que la vida apesta y que nada importa. Al final, a Butters le pasa algo parecido, y le ofrecen que se les una; no recuerdo con exactitud el diálogo, pero el pequeño rubio les da las gracias pero pasa: el llorar indica que siente algo, y que era mejor sentir algo por alguna razón que ser un indiferente de mierda (fans del show: ya saben qué diálogo).

Y… sí. Es una lección simple, pero la rueda lo es y la seguimos usando; era preferible el intentar, o sentir, o pelear por X o Y motivo a tratar de imponerse una constante neutralidad y asumir que todo está mal todo el tiempo; sin querer, el programa creó su mejor contra-argumento.

Una de las temporadas más recientes trató sobre una crítica a la corrección política. Ahora, ¿creo que personas bien intencionadas pueden llevar sus causas al punto de la demencia? Por supuesto.

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Imagen de una serie al azar que puse sin un propósito en particular…

Pero en retrospectiva, Parker y Stone sobre-estimaron un riesgo y subestimaron otro; pensaron que esas ideas anticuadas como la xenofobia, el racismo, y en general, el prejuicio en todas sus formas iban de salida, y de pronto, están en voga otra vez. O mas bien, no fue de un modo tan súbito; siempre estuvieron ahí, esperando alguien que validara sus formas de pensar. Con el lujo del par de años entre hoy y esa temporada, se puede decir que ha envejecido un tanto mal: sí, es irritante el escuchar palabras como «microagresión» o «problemático», pero creo que algunas cosas son mucho peor.

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Shalom camaradas. Lo sé, lo sé, «maldito judío»; lo he escuchado antes.

 

 

Apu: El Valiente Bengalí

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No: este no será uno de esos inteligentes y bien planteados artículos llenos de elocuencia sobre cómo la remoción del personaje de Apu de Los Simpsons es símbolo de lo frágil que es la generación millenial o cómo todo es más «políticamente correcto» en estos días porque de esos ya a estas alturas debe haber miles en toda clase de rincones en la Internet y a pesar de todo tengo una vida para no perder mi tiempo despotricando por temas sin importancia.

Al menos hasta que me paguen por ello.

Quisiera ir más allá de los puntos obvios y del sensacionalismo mediático de personas que no se interesaban por el show de la familia amarilla pero de pronto se sienten agredidos porque alguien quiere cambiar algo en un programa que lleva casi 30 años al aire (algunos dirían, 15 años de más, como en mi caso, pero esa es otra conversación trillada).

Así que, repasemos: se quitará a un personaje por ser considerado un estereotipo fechado y racista. ¿Lo es en realidad? Es difícil decirlo: mi primer instinto sería responder con un «no», y señalar que en Los Simpsons, todos son un estereotipo en mayor o menor medida.

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Arriba: una fiel representación del campesino estadounidense promedio.

Pero también sería intelectualmente deshonesto decir que no entiendo el por qué alguien como  Hari Kondabolu (el hombre detrás del documental El Problema Con Apu y que ha sido quién ha llevado esta conversación al centro del panorama de la cultura pop moderna en los últimos meses) pensaría que sí. Y ya que andamos en eso, a diferencia de otras personas, de hecho me tomé la molestia en ver su trabajo para no sólo saltar a conclusiones mal fundadas sobre el asunto (no por medios precisamente legítimos, pero estoy seguro que los Dioses del Internet me perdonarán).

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Mi Internet.

En él, se entrevista a varias figuras importantes de la comunidad india-estadounidense sobre sus impresiones del personaje del show de Matt Groenning y el cómo ha influenciado (para bien y para mal) el hecho de tenerlo como la principal figura representativa de la ficción de su cultura y de su experiencia. Y a diferencia de lo que podría pensarse, no es tan irracional o sensacionalista como la manía en las redes sociales lo ha hecho querido sonar, empezando con el hecho que Kondabolu en persona admite que es un fanático del programa y que el problema que tiene con Apu no destruye su amor por lo que en otras circunstancias considera una obra estupenda (en un asunto aparte, vean la reacción de la estrella de Harold & Kumar, Kal Penn para ver a alguien que de verdad expresa ODIO por esta).

Y aunque como mencioné anteriormente, Los Simpsons tiene personajes que son sátiras o parodias de casi todo grupo social, racial o ideológico posible, bueno, hasta en los perros hay razas, y hasta en ellas hay diferencias: Krusty, por ejemplo, podría ser visto como un estereotipo de los judíos en el negocio del entretenimiento, pero lo que lo hace diferente es que detrás de él, hay personas que de hecho tienen un trasfondo judío para poder hacer mofa o parodiar temas acerca de su propia cultura.

Apu, por otro lado, es un personaje creado por escritores ajenos a la cultura que se trata de representar; de modo similar, en casi todo país de las Américas, existen chistes sobre cómo México, o Venezuela, Colombia, Honduras, Argentina o de cualquier nación desde que lean estas palabras es corrupta, un poco como método para lidiar con realidades duras de las patrias en las que nos toco vivir. Pero no es lo mismo ver a un compatriota hacerlas que digamos, a un extranjero, incluso si están diciendo exactamente el mismo comentario: de alguien de tierras diferentes a nosotros, una burla a nuestros países no se siente tanto como una sátira sino como una agresión, incluso si ese no fuese el objetivo. ¿Un chileno burlándose de un argentino? ¡Oh sí! ¡Eso calará muy bien entre los pibes!

Apu como personaje ha sido protagonista de algunos de los momentos más memorables de su show; aquel en el que muestra el lado duro de medidas anti-inmigrantes y se ve en la necesidad de tomar la prueba de ciudadanía para no ser expulsado del país, la boda con Manjula, el nacimiento de los octuples, e incontables frases que han alcanzado casi estado de memes entre el fandom (Nuestros problemas se acabaron, tenemos pastel de plátano / Gracias, vuelva prontos / Al final sentí que era una especie de colibrí)

Desde ese punto de vista, lo admito: la idea de verlo irse me duele, inclusive si yo mismo reconozco que no sigo esta comedia como en otros tiempos en los que era una tradición estar en casa en noche de episodio nuevo ; ha circulado una imagen de Homero diciendo a Apu una de las frases de uno de sus capítulos, «¿Sabes qué Apu? Te voy a extrañar mucho, mucho de verdad», y con esta controversia ha adquirido un significado bastante deprimente.

Habiendo dicho eso, les presento una pequeña ilustración que encontré en Facebook

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Nuevo lema sugerido para Facebook: «miren, al menos no somos Twitter».

Seee… si quieres dar a entender que cierto personaje no es insultante, imágenes como la de arriba no son precisamente el mejor modo de presentar tu punto.  Y es que a veces, cuando uno toma una decisión, la de apoyar un lado dentro de una discusión, se debe ver bien el lado del que se está tomando parte, y aunque, otra vez, no siento que sea una caricatura particularmente racista o dañina, ver comentarios de miles de fans del programa que básicamente se reducen a «¡APU NO ES RACISTA, INDIO DE MIERDA!», llevan a uno a replantearse una que otra decisión tomada. Es como gritarle a un niño para que no grite, o si de pronto me llegara un comentario diciendo «El Hombre Abejorro no es racista, pinche mexinarco salta-muros» o «Krusty no es anti-semita, judío mata-cristo asqueroso» (es lo bonito de padres de orígenes diferentes: te pueden insultar desde dos frentes). Y lo sé: así es el Internet, los comentarios racistas están a un bolivar devaluado, pero sólo porque ese sea el caso no necesariamente significa que sea algo bueno que tengamos que aceptar; todos vamos a morir, ¿qué caso tiene la vida entonces?

Pero dejemos a lado los pensamientos suicidas y/o nihilistas por un momento y regresemos al tema central, y es que estamos ante un poco un problema que no tiene solución fácil. Si Los Simpsons hubieran sido un programa de una duración más normal, quizá veríamos a sus problemas como meramente fruto de su tiempo, nos encogeríamos de hombros y seguiríamos con nuestras vidas. Pero este es un caso anormal dado que, fuera de Doctor Who o programas de noticias o de sketches, no hay muchos antecedentes de algo que haya durado como la obra de Matt Groenning ha durado. ¿Y qué se puede hacer? Es como diría un brillante pensador de nuestros tiempos, «malo si lo haces y malo si no lo haces»; reten a Apu en la serie, y más voces pueden añadirse a las críticas ya presentadas por el señor Kondabolu; el quitarlo, por otro lado, también se siente mal: quitar un personaje de un grupo que todavía no tiene la más justa de las representaciones en los medios no cala de todo bien si lo pensamos con detenimiento. ¿Meter más escritores de su mismo origen para sentir una base fundamentada en el humor que se haga a partir de ahora con él? Podría ser; no hay garantía de que funcionase pero pudo haberse intentado.

Y en todo caso, faltaría ver cómo hubieran reaccionado la audiencia ante tales escenarios, del cual ya estamos viendo uno, y entre los acosos, difusión de sus redes sociales, insultos raciales y demás, no puedo evitar pensar que estos «fans» de una de las comedias más inteligentes, brillantes, hilarantes y hasta conmovedoras de la televisión de todos los tiempos no merecen ser fans de este show, y para quejarse sobre lo «frágiles» que son los jóvenes de ahora, están haciendo un gran escándalo por un programa que ni siquiera tenían interés ya desde década y media.

En pocas palabras: tremendos snowflakes. O parafraseando a otro gran pensador, «¡MALDITOS FANS DE LOS SIMPSONS! ¡ARRUINARON EL FANDOM DE LOS SIMPSON!»

Y no es tampoco como si el racismo no es una preocupación real, o algo que se hubiera solucionado en el pasado reciente y el traerlo de vuelta a la conversación es como recordar los tiempos antes de las vacunas contra la polio. ¿Han visto las noticias sobre EEUU? Al momento de escribir estas letras, un demente hace poco abrió fuego contra una sinagoga gritando «Todos los judíos deben morir».

Y lo sé: es una problemática muy estadounidense por la combinación de leyes de armas tan laxas que hacen el adquirir dispositivos para matar tan fácil como comprar caramelos y un presidente de retórica populista e incendiaria que saca lo peor de muchos de sus seguidores, pero al ver los súper razonables, sensatos y bien pensados comentarios de los fans de Los Simpsons de nuestras latitudes, el tema es mucho más cercano de lo que nos gustaría pensar.

Al final, el problema no es tanto Apu, sino todos nosotros, o bueno, no sé si el problema, pero «un problema».

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«Ese giro es más grueso que el de la resurrección de mi carrera».

Shalom camaradas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

6 Remakes Que (Medio) Valdría La Pena Hacer

Aunque la idea de re-hacer algún amado filme del pasado sea algo que provoque un malestar estomacal en miles que piensan que simplemente ya no hay originalidad en Hollywood, la verdad es que la Meca del Cine siempre ha prosperado en el acto de tomar algo ya existente y dotarle de una nueva capa de pintura; clásicos eternos como El Mago De Oz o Ben-Hur no son siquiera las primeras versiones de sí mismas en existir, así que aunque en general siempre preferiré que se le dé oportunidad a talentos jóvenes con nuevas ideas (en parte porque yo mismo soy uno), es una de esas cosas en las que no estoy necesariamente tan cerrado como otros podrían estar-

Así que, vamos a aceptar un poco la realidad que nos toco vivir, y echar un vistazo a seis películas que creo que podrían tener una nueva vida. Siéntanse libres de concordar o discordar, no se encuentran en un orden en particular.

 

The Maze Runner

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OK, aquí empezaré claro y directo: NO soy fan de esta saga. Ni de los libros ni de las adaptaciones al cine; siento que en muchos aspectos es una de las versiones más genérica y desencantada de aquellas obras que salían en esa no tan lejana época en la que las películas sobre distopías adolescentes parecían competir como minas de oro fáciles para los estudios junto a las de superheroes o las de animación familiar estilo Pixar.

Pero… bueno, parte de la fantasía de hacer remakes es que proporcionan la oportunidad de ejecutar de un modo diferente a algo que quizá sonaba al menos decente en papel pero que falló en la ejecución.

Así pues, Maze Runner es casi indistinguible a cualquier otra saga juvenil en su forma actual, pero si cortamos lo innecesario y nos enfocamos en hacer una, UNA sola película de principio a fin con este concepto, casi veo el potencial como algo más de un estilo de suspenso: quita la paja, concéntrate en construir un buen misterio, y esta idea podría de hecho ser por lo menos arriba de pasable.

En pocas palabras: si juntas la trama de las tres, casi tienes para hacer UN buen filme.

Y bueno, tiene más potencial que el todavía más genérico Divergente (Dios, bostecé sólo de recordar ESA serie de películas).

Brewster’s Millions

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Conocida como Lluvia De Dólares en las Américas, esta es una de esas películas que tienen un mayor sentido en ser re-hechas dado que aunque la versión más popular es la estelarizada por Richard Pryor en los años 80, hubo al menos cinco otras versiones (la más antigua de 1914).

Y en cierto modo, tiene sentido; la premisa es tan sencilla pero flexible: un fracasado hereda una pequeña fortuna, pero para ganar una fortuna todavía mayor debe de gastar TODO el dinero del que se le dotó en 30 días, sin poder gastar en valores que se aprecien con el tiempo (como obras de arte); eso le permite ser un lienzo en blanco muy tentador para toda clase de comedia basada en gastar lo que puedas en cualquier tontería que se te ocurra.

Pero además en la versión de 1985, hay un interesante comentario social; el protagonista parece haber encontrado la mejor forma de quemar su dinero en algo inútil, y eso es lanzarse a la alcaldía de la ciudad de Nueva York; desde un comienzo, declara su candidatura como una obra, un chiste, algo para hacer perder el tiempo a los demás…

…mas el público admira tal honestidad y termina por ser el puntero en las encuestas. Y, esperen, ¿una celebridad de enormes recursos económicos con un mensaje populista y deliberadamente incendiario que entra en la política sólo como un truco y acaba por ser más popular que los candidatos tradicionales y establecidos? ¿A ALGUIEN LE SUENA FAMILIAR TODO ESO? ¿DOLOROSAMENTE FAMILIAR?

I Am Legend

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En más de una ocasión, el carisma de Will Smith logró elevar una obra mediocre; este… no fue el caso.

La versión del 2007 tiene de nuevo, el pecado de ser dolorosamente genérico; casi admiro a aquellas películas que se salen por completo de los rieles pero al menos tomaron riesgos aquí y allá al grado de volverse memorables. ¿Aquí? Es como un suplemente alimenticio barato: tiene algo de sabor, pero pasa rápido en tu sistema sin dejar demasiada substancia por su paso por tu cuerpo.

Y aunque soy de los primeros en jugar al abogado del diablo a la hora de hacer cambios en la adaptación de una obra de un medio a otro, siento que desechar el giro final hizo todo este ejercicio uno sin punto alguno.

Sin dar muchos spoilers, la obra original basada en la novela del mismo nombre es uno de los más memorables, inteligentes e ingeniosos en el canon de la ciencia ficción de su tiempo. Quizá es lo más famoso del libro en sí; de nuevo, entiendo la necesidad de hacer cambios al llevar una historia al cine, pero, es un poco como quitar el anillo de el maldito Señor de los Anillos. Aquí realmente no se trata de una re-imaginación complicada, sólo aplica el jodido final como debió ser.

The Breakfast Club

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No soy para nada parcial en esta opción; se trata de una de mis películas favoritas de todos los tiempos, y quizá ÉL filme definitivo sobre la adolescencia…

…pero… eso no quiere decir que no pueda empezar a notar algunas grietas en más que unos pocos detalles; ya saben, el clásico «oh, esos chistes no se podrían hacer hoy en día» (o para el caso; quizá nunca en primer lugar). Supongo que es uno de esos casos en los que a veces los críticos más duros son los fans más devotos.

Y sólo porque el clima haya cambiado no necesariamente tiene que significar una queja, sino más bien una oportunidad (como ese trillado refrán/creencia de la palabra «crisis» en chino), dado que en general, el conflicto central (cinco adolescentes de estratos sociales diferentes, como el atleta, la princesa, la gótica, el nerd y el criminal que tienen que soportar un sábado en detención y darse cuenta que no son tan diferentes como creen en un comienzo) sigue teniendo validez, pero para realmente aprovechar este concepto hay que expandir lo que significa y lo que se puede hacer.

Claro, hay que aprovechar más oportunidades todavía, dado que las diferencias no sólo pueden limitarse a cuestiones de tu «tribu urbana»: raza, sexualidad, género, eso sin mencionar bullying, cyberbullyng y la influencia de las redes sociales; todos esos son temas relevantes y cercanos a los adolescentes de hoy y una versión que se atreva a taclear tales asuntos con astucia, ingenio y sensibilidad podría de hecho llevar esta obra al siglo XXI .

 

Atlantis

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En general no tiendo a favorecer demasiado esa tendencia de Disney de recrear algunas de sus obras más queridas; siento que básicamente son sólo fan-films caros, pero fuera de algunas excepciones (SÍ: Christopher Robin me afectó más de lo que debería) en general no hay demasiada aportación. O punto.

Pero si hay una que quizá debería tener este tratamiento, es el Imperio Perdido.

No, no fue un gran éxito en su momento, pero una versión en live-action suena mucho más tentador y con más potencial de algunas de las que sí se han hecho: sigue un estilo Indiana Jones, realiza un casting de actores diversos (¿recuerdan? Este filme tenía personajes de todos colores y sexos y nadie se quejó, así que con eso te ahorras el «¡La chica esa no puede ser latina! ¡Tiene que ser como en el original!» porque SIEMPRE fue así), buen diseño de producción y de efectos especiales, y emergería una buena aventura que es suficientemente clásica donde lo requiere pero con suficientes cambios para sentirse fresca y moderna.

Mucho de los problemas de la original es que el ritmo se siente muy apresurado; con 95 minutos, se siente muy breve y muy poco para lo que se podría haber llegado: explora más la cultura, haz algo realmente imaginativo y profundo, y de paso le das un poco más de desarrollo a esos personajes carismáticos y variados, y tendrías algo que expande en los puntos fuertes del filme original y te da espacio para maniobrar.

El Violinista En El Tejado

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De nuevo, otra obra con la que no puedo decir que soy parcial, dado que es una de mis películas preferidas, y la obra musical también está dentro de mis predilectas; es una de las más famosas, constantemente puesta de nueva cuenta en escuelas como parte del repertorio de los clubes de teatro, estamos ante algo que sigue resonando.

Y en mi opinión, debería tener una oportunidad para ser re-imaginada.

El conflicto central se basa en la tradición contra el cambio; un padre judío de la Rusia de comienzos del siglo XX intenta lidiar con el hecho que sus hijas eligen poco a poco futuros lejos de lo que él hubiera establecido. Tiene la particularidad de ser una de las pocas historias que se cuentan desde el punto de vista de la generación mayor (en casi cualquier versión de este tema, los protagonistas tienden a ser los jóvenes quiénes luchan contra el status quo y las tradiciones establecidas) lo que la vuelve suficientemente relevante para llegar a todos pero también suficientemente diferente para destacar.

Qué va, si quieres realmente darle un giro, puedes incluso cambiar el tipo de personajes: ¿una versión sobre méxico-americanos que sufren el acoso de las autoridades migratorias o de los políticos de retórica racista? ¿Es tan diferente a como los cosacos hostigaban a la población judía en la obra original?

Puedes incluso juguetear y ver que el conflicto aplica a muchas otras circunstancias: ¿refugiados sirios? ¿venezolanos de oposición? No es tan difícil imaginar versiones en tales contextos culturales.

 

 

 

Monitos en la era Trump

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Hace días, Lee Unkrich, director de Coco y uno de los mayores talentos en Pixar pregunto a través de Twitter por qué muchos fans de la cinta The Book Of Life se sienten amenazados por su nuevo proyecto, dado que ambos se tratan sobre la fiesta mexicana del día de muertos.

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Creo que esto es una muestra de ignorancia en su sentido más elemental. Y cuando digo «ignorancia», aclaro que no quiero que se confunda con «idiotez» o «estupidez». La palabra significa «la ausencia de conocimiento», y desde esa perspectiva, todos somos ignorantes: un doctor es ignorante en ley mercantil, un abogado de divorcios es ignorante en estructura aristotélica, etcétera. No tenemos que saberlo todo, y está bien el preguntar al encontrarnos en áreas en que podamos usar algo más de iluminación. Tenemos herramientas en las manos para acceder a casi todo el conocimiento humano, ¿qué no harían los pensadores de otros tiempos con tal poder?

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«En mis tiempos, el porno venía en vasijas de bronce».

Y jamás se me ocurriría acusar a Pixar o su personal ahí porque no los conozco a nivel personal y ciertamente no conozco su linea ideológica (si es que poseen alguna) ; es decir, se puede deducir que el estudio tiene en general un pensamiento centro-izquierda, como en Toy Story que puede ser leída como la lucha por aceptación de figuras paternas y de familiaridad distintas a la estructura tradicional; Monsters Inc. en que se argumentan los pros de una fuente de energía más conveniente y ética frente a aquella provista por la industria establecida existente; Brave como la lucha de una mujer contra las formas y convenciones aceptadas de la femineidad incluso en forma de alguien que también puede decirse es sujeta a esos estándares injustos. Quizá la excepción sean las obras de Brad Bird que parecen tener una tendencia libertaria o incluso objetivista muy fuerte… en serio, no es broma: vean de nuevo Los Increíbles, Ratatouille e inclusive sus filmes fuera de Pixar como El Gigante de Hierro y Tomorrowland y el mensaje parece ser «dejar a las personas especiales ser especiales en paz».

Y en un mundo en el que muchas veces se grita «lobo» sólo por gritar lobo, los oídos del colectivo social pueden volverse sordos a aquellas opiniones que deseen presentar un punto sobre un tópico sobre justicia e injusticia; así pues, no puedo apresurar juicios, pero en ocasiones, una opinión con desconocimiento puede emerger y ser vista tan negativamente como una genuinamente motivada por el odio.

Porque verán, aunque el ideal de la crítica es ser lo más objetivo posible y juzgar a una obra por sus propios méritos, ninguna obra vive aislada del contexto en que fue creada. No tendríamos la Capilla Sixtina de no ser por esa mezcla de circunstancias que permitió a la Iglesia Católica ser la religión predominante de su contexto histórico, y por más éxito que haya tenido en los escenarios y frente las cámaras, es imposible ver cualquier cosa relacionada con Bill Cosby del mismo modo.

El mundo influye a un artista, su obra, y cómo el espectador percibe la obra también. Tratar de hacer gimnasia mental de que las palabras de Unkrich fueron racistas sería por demás exagerado, algo que sólo podría tener sentido en los rincones más aislados de Tumblr, pero eso no quiere decir que no denoten un problema mayor: gente talentosa, amada incluso, que están en algunos aspectos aislados de lo que está ocurriendo a su alrededor.

No me incómoda que un estudio que prácticamente ha definido el estándar oro respecto a la animación moderna esté usando una festividad tan mexicana como el taco, lo que sí es que alguien no pueda ver el porque un proyecto así pueda hacer a muchos sentir de este modo. En ocasiones, a veces siento que EEUU es un tanto un país esquizofrénico que por un lado tiene como base la inmigración pero al mismo tiempo reniega de este aspecto de su historia. Es, casi, casi, el crazy ex-girlfriend de las relaciones internacionales, y vemos a muchos de sus mejores profesionales de un medio artístico expresar amor sin concesiones a un lado de mí cultura como ciudadano de la nación azteca, mientras que el gran jefe martilla y re-martilla argumentos que hacen a más de uno del lado más oscuro de la escala de tonos de piel sentir un temblor en sus piernas. Sería si yo, como un aspirante a comediante, ajeno a la realidad venezolana, quisiera bromear con algún aspecto de su realidad social; en teoría puedo hacerlo, pero tendría que ser extremadamente cuidadoso porque de otro modo, ¿quién podría culparme si alguien me ve de insensible?

Eso me recuerda: un chino, judío y un venezolano entran en un bar…

Shalom camaradas.