Ya en una ocasión anterior hablé de una de esas personas del comic argentino que marcó época y como la particular colección que tengo a la mano llegó a mi biblioteca, además del hecho que mucho de los comentarios que el autor de esta particular niña no ha perdido vigencia, a pesar del paso del tiempo y que parece que muchos se les ha olvidado que Mafalda (quizás su autor) no tenía buenas palabras que decir acerca de no solo de la sopa, de Fidel Castro y de la guerra fría.
En estos dos tomos se termina de construir, por decirlo de alguna manera, todo lo referente al arco argumental referente al inicio de la educación forma de Mafalda y sus vecinos, ese grupo de niños con los que comparte juegos, comentarios, así como todo lo que el autor deja ver de la Argentina en la que le tocó vivir; al menos eso es lo que creo. Recordemos que el tema de Mafalda y la dictadura militar ha dado mucho de que hablar y en lo personal, no me quiero meter en esos derroteros, considerando el hecho que no soy argentino.
Pero tal nivel de seriedad, no le quita potencia a la comedia, de hecho, creo que es por eso por lo que tan recordada Mafalda, por esa chispa que tenía. Claro, se deja ver las diferencias de como ha ido evolucionando el estilo del autor desde el primer libro, hasta estos dos, los cuales decido juntar en una sola reseña, ya que separarlos me parece mala idea y creo que a partir de este momento será el que usaré para reseñar el resto del material.
Lo cierto es que creo que ciertos aspectos que ya tengo integrado, como por ejemplo el asunto de la continuidad, parece que a Mafalda no le afecta tanto, considerando no solo el hecho que originalmente era una tira de prensa dedicada a sacarle unas risas al lector, sino que no parece ser un asunto que quería desarrollar el autor de forma exhaustiva.