Si me toca comentar sobre como la industria del anime se ha estancado así como el hecho que el espectador de las series se traga lo que le lancen y sigue, puertas afuera, diciendo que la mencionada industria anda en su mejor momento y que la creatividad se desborda. Pues parece que puertas adentro la procesión es otra, mucho se ha comentado al respecto de que las fórmulas andan ya vencidas y que simplemente los directivos de los estudios saben que van a comprar todo lo que tenga ojos grandes no importa si sea en el mercado doméstico o en el internacional.
No me parece mal que cada seguidor de los animados japoneses decida llevar el tema de la saturación en privado, cosa que debería de ser, pero considero una cosa en el asunto. Si lo va hacer, pues debería de bajarle un poco el volumen al asunto de su apoyo casi incondicional a una industria que desde hace años parece que da dos pasos para adelante y siete para atrás. De hecho, parece que tratando de revivir viejas franquicias están buscando la gloria que una vez tuvieron y que parece que el mono peleador y su regreso no fue otra cosa que un mero acto de apertura. En lo personal, creo que ese regreso marca otra cosa.
Si me toca hablar sobre lo que una vez fue el mundillo criollo, la cosa es que hubo tanta cantidad de personas comentando sobre el tema que parece que lo mejor era hacer lo propio en el contexto más inmediato, limitarlo a lo que se vivía en la ciudad o en el mejor de los casos la región en la que se encontraba. A muchos ese simple asunto le despertaba la furia, ya que en muchos casos creían que así como eran los dueños del mundillo, también eran los dueños de las opiniones en relación a determinados proyectos.
Al final del día yo no dejo de preguntarme ¿En dónde están ahora esos que en otrora se decían grandes amigos y que iban a partir todas las lanzas que fuesen necesarias por ellos y por el proyecto en donde ambos se encontraban metidos? Pareciera un chiste, pero esta gente llegó a creer que con pases de prensa y con certificados podían torcer las opiniones de ciertas personas, en algunas ocasiones lo lograron. La inquisición conocía muy bien esos derroteros, así como también esto de montar líneas editoriales sobre determinadas festividades que todo el mundo sabía que no eran sinónimo de calidad.
Si me toca escribir sobre lo que pudo haber sido la ciudad jardín en relación no solo al famoso y siempre considerado cronograma de festividades frikis. Creo que debo extenderme un poco, no solo para que esta cosa deba llegar a las quinientas palabras, sino que de un tiempo para otro pasó de ser una especie de rincón que era la fortaleza de un proyecto estancado a ser el patio de juegos en donde muchas propuestas se estaban llevando a cabo, a pesar de que muchas de ellas solo duraron una entrega. La ciudad jardín en poco tiempo se vio convertida, nuevamente, en ese lugar en donde solo hay una festividad. Y así son los finales.