Uriel Salgari no era el típico pirata espacial que dejaba un rastro de destrucción, que lejos de ayudar a hacer temer su nombre en realidad, ayudaba más a que le pudieran poner tras las rejas.
—Entonces ¿Qué tal si buscamos información sobre el último jaleo que montó el pirata? —preguntó el navegante.
—Hay un lugar en donde podríamos indagar eso. —comentó la capitán de la nave.
—Apuesto las de perder que hay un pero en todo eso. —agregó el timonel de la nave. —; pero, seguramente, tiene alguna justificación.
—Aunque considerando el pago y el trabajo, pues creo que es un asunto al que habrá que meterle el pecho. —dijo Artemis.
En un punto, un tanto recóndito y otro tanto sucio, en donde piratas y recuperadores convivían sin mucho problema. Si es que convivir es una buena palabra para describir peleas, cuchilladas, disparos y deudas acumuladas que ocurrían de forma recurrente. Un lugar en donde un capitán no iría con una tripulación sin experiencia.
—Aunque, creo que mejor no. No están listos. —dijo Vicky, tratando de ocultar no solo su tono protector.
—Y ¿a qué se debe ese cambio de discurso tan repentino? —preguntó el timonel de la nave—, eso me pone a pensar que el Foster no es el único a quien le gusta esto de tener gato encerrado. Aunque, me parece que la capitán sin querer hizo referencia a un lugar en particular.
—Como doctora de esta nave es mi deber comentar lo siguiente ¿quieren ser honestos por lo menos por unas cuantas horas? Ya aburre todo eso de tener un misterio, ya estamos hasta el cuello en un tema bastante delicado y espinoso.
—¡Estaba hablando de La Escondida! Ya saben, el antro ubicado en la Luna ¿quieren algo más?
Aquel nombre sorprendió a la tripulación y no era para menos. Aunque ¿Qué podían hacer? Salgari era un pirata que, como ya muchos sabían, era una presa muy difícil de rastrear sin que el cazador tuviera un cambio de papel y cuando lo veías, ya era bastante tarde.
—Capitán, considero que sale mejor hablar con alguno de los asistentes regulares a esa taberna—dijo Artemis. —, aunque por otro lado ¿Cuándo ha escuchado hablar de ex integrantes de la Legión Estelar que vayan a beber unos tragos allí?
—Aunque es muy peligroso, no hay otra opción. Roldán ¡ruta a la Luna!
—Sé que solo soy la doctora de la nave, pero ¿alguien se dio cuenta que los drones a los que nos enfrentamos eran propiedad de Foster?
La pregunta de la doctora sacudió al resto de la tripulación. Y no era para menos, la reacción de todos los presentes, pues simplemente no se limitaba a unas reacciones con el lenguaje corporal.
—Yo vi unos drones, pero no pensé que eran los mismos. —agregó Artemis—, considerando el hecho que mi cabeza solo ve dianas a la hora de derribar objetivos.
—Una típica prueba de los Foster, seguramente cree que como me voy a retirar, ya no estoy con ganas de pelear. —replicó la capitán de la nave—¡ya verá el desgraciado!
El navegante aprovechó la oportunidad para dar su parecer sobre la situación. Ciertamente, Roldán era el tipo de persona que siempre le gustaba tener algo que decir sobre la situación.
—Pues tendrá que desquitarse con otra persona, capitán. Recuerde que el mismo Foster que hizo es, es la misma persona que la contrató; además, me extraña que no haya emitido comentario alguno sobre la falta de una cadena de mando.
La larga fila de naves que iban a entrar al satélite avanzaba, el tema de los drones se estuvo discutiendo hasta el momento del turno de la “Santa Marta”, se había quedado callado Oliver. Tenía una razón para mantenerse así, había visto una nave y no era precisamente una buena señal, su temor de que estaba metido en otro asunto que iba a terminar colina abajo tenía mucho peso.
—Artemis, Oliver y yo seremos el equipo que bajaremos a La Escondida, Mariana y Roldán se van a quedar en la nave y quiero que la revisen de cabo a rabo; si el Foster dejó un “regalito” adicional pues sería bueno saber que es y sacarle provecho. —las órdenes de Vicky resonaron fuertemente en el puente de la nave.
—Entonces, es el protocolo Medias Azules. —indicó Oliver—, Roldán busca bien en la sala de máquinas. Artemis, necesito hacer una pregunta ¿tienes otra arma aparte del rifle aquel?
—Si, sargento. No es muy potente, pero cumplirá. Y ¿Quién tendrá el honor de ser la monarca en esta jugada?
—Creo que ese honor me tocó a mí. —dijo Vicky—¡más les vale que sea cualquier cosa menos algo malo! Así que ¡más les vale que valga la pena!
—Oh, cumpliremos capitán. Y bastante bien, creo que no hay más que decir; saldremos en diez minutos y las comunicaciones las quiero activas y encriptadas. —indicó Oliver.
Al llegar al local en cuestión, Vicky y sus muchachos apenas si llamaron la atención, quien tenía ese particular gusto era ni más ni menos que Vieira, acompañado por cánticos en Galáctico, los acostumbrados por los piratas.
—Y ¿Quién es él? —preguntó Artemis, mientras buscaba una mesa con la mirada.
—El segundo de Uriel Salgari—respondió Vicky—, considerando el ruido, pues solo caben dos opciones. Un saqueo exitoso o evadieron a la Patrulla Galáctica nuevamente.
—Y ¿Cuál es tu plan? Creo que mejor será esperar a que esté solo, así podremos sacarle la información. —preguntó Oliver.
—Estaba pensando en algo diferente…y que no se presenten muchos problemas a la integridad física de nadie; aunque ¿van a tomar algo? Se les nota muy tensos. Les recuerdo que ya no están con…ya saben en dónde.
El alegre cliente pasaba por cada mesa del local, su aliento etílico era una de las muchas cosas negativas que estaban jugando en su contra y él ni se estaba dando cuenta de todo aquello.
—Y ¡a este trío ni los vi llegar! ¿Qué dice el público presente? Ya que hoy está entre ustedes ¡Vieira el grande!
“No parece que su séquito le acompañe” pensó Vicky. “Tengo que aprovecharme del nivel de alcohol en su sangre, de lo contrario, pues el plan no va a funcionar.”
—Vieira el grande ¿eh? Y se puede saber ¿Qué proeza hizo que merezca esta celebración? —la pregunta de la capitán logró su cometido; en sus delirios, el hombre de confianza de Salgari se sentó en la mesa y no ocultaba las ganas de hablar.
—Pude evadir tres cruceros ¡tres cruceros de la Patrulla Galáctica! ¡Esas cafeteras no tienen velocidad alguna! Y ¿será que eso aumenta el precio que hay sobre mi cabeza? Pues yo digo una cosa ¡que lo haga! Con eso queda demostrado que no hay pirata en el sistema solar como mi hermano y ¡como yo! ¿Qué me dicen si les invito algo?
—¿No cree que ha bebido lo suficiente? —preguntó Oliver, a pesar de las miradas que le cuestionaban que recibía de su abuela y de Artemis.
“¡Por lo que más quieras no lo arruines!” exclamó la capitán a sí misma, al punto de ahogarse en esas palabras y la artillera le retenía la mano; para evitar que se convirtiese en un puño.
“Seguramente el séquito y su tripulación se aburrieron del hablador. Y es algo muy comprensible.” Pensó Vicky, a pesar de todo, el plan que tenía en mente estaba saliendo bien y solo debía esperar al momento indicado.